Wednesday, March 4, 2009

Alfonso Cortés: La formación del código y el enigma de la locura.

Una de las figuras más misteriosas y enigmáticas de la poesía nicaragüense es la de Alfonso Cortés Bendaña (1893-1969). Poeta bastante desconocido e ignorado en el ámbito internacional, y sin embargo rescatado por los poetas nicaragüenses y estudiado por los especialistas, considerado como uno de los primeros poetas metafísicos de América. Encadenado en su casa de León y recluído en el Hospital de Enfermos Mentales de Managua, y sin embargo libre para escuchar y ver lo inaudible y lo invisible, con una capacidad poética inusitada y una facilidad para el ritmo y la imagen como pocos poetas en nuestro hemisferio. La poesía de Cortés es un discurso metafísico, un espacio textual donde las cosas cobran vida y espíritu, donde las palabras se agitan con una vocación profunda y trascendental. Espacio, tiempo y sonido son signos omnipresentes en todos sus versos, signos que se desdoblan en una pluralidad de sentidos creando imágenes nuevas, encontrando misterios donde nosotros vemos materia, y asiendo en una forma casi natural y cotidiana, lo que para nosotros es evocación hermética y problema impenetrable.

A menudo se ha dicho que la poesía de Cortés debe su código hermético y metafísico a su desorden mental, y que su obsesión con el sonido por ejemplo, es consecuencia de su locura. Creo necesario reevaluar seriamente la influencia de la locura en la poesía de Alfonso Cortés, especialmente cuando consideramos que sus poemas más reveladores, donde su metafísica y su misterio se reflejan con mayor intensidad, son anteriores a su crisis. Aunque la cronología no es del todo consistente, sería provechoso contrastar los poemas anteriores y posteriores a 1927, y determinar hasta qué punto esta afirmación se resiste al análisis comparativo y la cotejación cronológica. José Varela-Ibarra rechaza esta idea sin aducir ningún argumento sólido, basándose simplemente en una opinión de Thomas Merton: "Por ejemplo, no se puede dividir su obra en dos partes, la anterior y la posterior a 1927, año en que pierde la razón. Porque, como ha escrito Thomas Merton: "Su mejor poesía, que es absolutamente individual, la ha escrito ya en momentos de "lucidez" ya en momentos en que se podría tener por "orate". Pero también tenemos que ha escrito algunos muy malos versos estando indistintamente "cuerdo" y no muy cuerdo. Sus buenos versos son a la vez metafísicos y surrealistas, con un carácter personal hondo, oníricos y existenciales. Los malos son simplemente convencionales". El que el poeta escriba buenos y malos versos antes y después de su crisis no demuestra más que la variable calidad de su poesía. Lo que interesa explorar en estas páginas es si hay una diferencia entre su buena poesía anterior a 1927, y su buena poesía posterior a esa fecha. Es decir, investigar si su estado mental y su locura, ejercen en realidad una influencia en su concepción poética, o si se trata simplemente de un mito como muchos otros, desarrollado por la historia literaria. Al mismo tiempo y como consecuencia de lo anterior, me parece importante investigar si hay una evolución en su desarrollo poético, cosa que Varela-Ibarra rechaza también sin demostrarlo, que pueda cotejarse de alguna manera con su estado mental. Me parece de singular importancia un estudio de esta naturaleza, ya que contribuye directamente al entendimiento del sistema poético de Alfonso Cortés y la relación de su obra con su condición mental y psicológica.

Si la poesía y el arte en general es, como se ha dicho, una forma de visión y vaticinio, un estado de clarividencia en el cual el poeta es capaz de discernir los misterios de la existencia y lo inexplicable, no creo necesario recurrir a elucubraciones de tipo patológico para explicar la formulación lingüística y la composición estética de ese misterio. Si por el otro lado consideramos como patológicas todas las expresiones artísticas que de alguna forma rompen con la percepción normal y establecida del mundo, todo artista, en el verdadero sentido de la palabra, es una caso patológico. Van Gogh y Picasso, Franz Kafka y Lautrémont, Felisberto Hernández y Machado de Assis tendrían que ser considerados casos de desorden mental, ya que la percepción que reflejan sus páginas establece una distancia entre la visión institucionalizada por la sociedad y los órganos de poder, y su propia representación del mundo. Su visión y la traducción de esa visión en principios estéticos y estilísticos, establece una ruptura con la tradición pictórica, narrativa y poética, propone una ruptura a la continuidad, y establece una nueva forma de ver el mundo, de percibir los fenómenos y de expresarlos utilizando un medio determinado. En mi lectura de los poemas de Alfonso Cortés yo encuentro que hay desde antes de 1927, la presencia indiscutible de los elementos retóricos que caracterizan lo mejor de su producción poética, y por el contrario de lo que se ha estipulado, encuentro que con el paso del tiempo, y el desarrollo indiscutible de su perturbación mental, hay un paulatino amaneramiento de su fuerza creadora, y muchas de sus creaciones tardías se conforman a una norma mucho más clásica, mucho más legible en el sentido barthiano de la palabra, con una preocupación más evidente por el lector y una función didáctica explícita. Así lo estipula él claramente en el "Proemio" a Las coplas del pueblo, "Ya libre de los estudios intermediarios, y, entrando más de lleno a entregarme al cultivo de las letras, tiene cabida mi época de mayor actuación en el campo del revolucionarismo intelectivo y de la especulación ideológica, en mi ciudad natal, formándolo la acción continua en el sentido intelectualista, la digresión filosófica personal, la elaboración de teorías y sistemas conceptuales, que llegaban a comprender hasta el universo mismo en total..."(7). Es mi premisa en estas páginas, que el sistema filosófico y semiótico de Alfonso Cortés estaba ya plenamente formado y expresado antes de entrar en la crisis de 1927, y que la poesía posterior a esa fecha reedita esos principios estéticos y conceptuales, cuando no se aparta totalmente de ellos haciendo una poesía didáctica de mucha menor originalidad poética y filosófica. En este sentido Cortés se nos presenta como un genio poético precoz, cuya primera etapa sienta las bases de su propia poética y lo establece como uno de los grandes poetas de la lengua española.

Alfonso Cortés se inicia en el grupo modernista de León bajo la sombra de Rubén Darío. Su primer libro fue La Odisea del Itsmo, que ganó los Juegos Florales de Quezaltenango. Este es un largo poema de corte neo-clásico y estética modernista, que canta la hazaña de la Conquista y la Independencia y sueña una paz milagrosa:

"Visión de paz. El cielo esplende; el campo brota
racimos pudorosos y prósperas espigas;
el aire es como un beso, y el sol como una gota
de miel, que se reparte en las eras amigas".

Aunque este poema no refleja todavía el misterio y la intuición de sus mejores producciones, podemos ya entrever su pasión por el sonido y el misticismo de su canto. Sin embargo otros poemas anteriores revelan ya de una manera evidente la capacidad poética de Cortés, su ansia de descubrimiento de un mundo hermético e inexplicable, y la formación de un código propio y característico que habrá de permear lo mejor de su producción poética.

Un elemento fundamental en la obra de Alfonso Cortés es el misterio de la palabra, el poder de la enunciación como fuerza que crea las cosas, que les da vida y las maneja según las voliciones del signo, que conforma en su campo semántico las realidades del universo, haciendo entonces del mundo un fenómeno metonímico regido por una red de tensiones semánticas. En "El canto impersonal" por ejemplo, fechado en 1920, el poeta desarrolla ya esta concepción del verbo y la poesía como una forma independiente, autosuficiente, emancipada de la voluntad creadora y del poeta mismo.

Canto: No. Se escucha un canto vivo,
libre, impersonal, elemental,
como el dulce grito primitivo
con que la luz quebró su cristal

en el pavimento de la sombra...
he aquí llegado el momento, oh tierra
en que el Universo es el que nombra
y la boca del hombre se cierra.
( Las siete antorchas, 7).

Esta forma de la enunciación permanecerá como una constante en la poesía de Cortés, es una marca fundamental de su código poético y de la sustancia de la expresión. Voces y sonidos que le llegan de más allá, mensajes y llamados misteriosos, versos herméticos cuya significación es apremiante e ineludible, como los locos pretextos que en "Un detalle", "...estando aquí, de allá me llaman". ( Poesías, 68). Pero es ahí, en ese nombre, en esa formulación nominativa donde reside la verdad de la existencia. Porque como dice en el poema titulado "Vida", "La verdad es un nombre / subjetivo, y el hecho solamente una tumba". ( Las siete antorchas, 10).
Este efecto de la nominación se extiende en el valor de los sonidos en la obra de Alfonso Cortés, esas voces que se escuchan, los murmullos de las cosas y los silencios de los que habla en ese hermoso poema que es "Almas sucias" fechado en 1913:

Abro para el silencio la inercia de la fluida
distancia, que no vemos, entre una y otra vida
y tras la cual las cosas que miramos observan...

Yo elevaré las vastas esencias que conservan
su secreto de sueños dentro del pecho enorme,
que dentro de mí tienen una idea conforme,
y uniré los detalles de Forma, Luz y Acento
que unifica la pálida lejanía del viento;

porque bajo, entre y sobre los cielos, la distancia
de que os hablo, es la idea que pone la fragancia
de unidas relaciones sutiles, como losas,

un silencio, una inercia del alma de las cosas!
( Poesías, 57).

Ars Poetica, concepción del sonido y el silencio, enunciación de una forma que se hace poesía, este poema resume en forma magistral el arte de Alfonso Cortés, su capacidad para entrever, bajo, entre y sobre los cielos, la esencia del ser y la poesía, su capacidad de relacionar las cosas a través de la distancia y lograr ese efecto estético, al mismo tiempo que explora los misterios metafísicos del ser, el hermético conjunto de sensaciones y vivencias que forman la experiencia humana. En "Nocturno", de 1913, hay una definición sumamente interesante de la palabra, definición que implica esa carácter de descubrimiento de la enunciación, pero que al mismo tiempo apunta a su fracaso, a la ruptura inevitable que se establece:

Yo sólo sé palabras: ¿qué es la palabra? Un ruido
que murmura el espíritu ante Dios, confundido.
( Tardes de oro, 27).

La transustanciación nominativa llega a su máxima expresión, es decir, a la negación rotunda de toda nominación, en un poema de 1922 titulado "La canción del ser", donde el poeta declara su acierto en ver más allá del signo lingüístico afirmando la esencia del ser. Independientemente de las implicaciones teológicas, esta concepción del lenguaje incide en la función dialéctica que ya Saussure había planteado en 1916 en la dicotomía significado / significante.

Hoy ya puedo mirar dentro del hombre
y tras de las cosas, transparentemente,
y ya sé que nada puede tener nombre,
porque todo es sólo fuerza del destino...
( Las siete antorchas, 9).

En uno de los poemas titulado "Yo" se encuentra quizás la mejor definición de su concepto lingüístico, el secreto del lenguaje como medio de enunciación en toda su capacidad vocativa y su inútil aprehensión del mundo. La concepción del lenguaje de Alfonso Cortés se desprende de una forma de entender el universo, sus relaciones y su dependencia, sus implicaciones teológicas y cosmogónicas, la subordinación de este orden a un orden mayor. Después de repasar los elementos del mundo el poeta presenta su concepción:

Yo no. Yo sé que todo es inefable rito
en el que oficia un coro de arcángeles en vuelo,
y que la eternidad vive en sagrado celo,
en el que engendra el hombre y pare lo infinito.

Por eso, mis palabras son silencio hablado,
y en la fatal urdimbre de cada ser, encuentro
difícil lo sabido y fácil lo ignorado...
( Tardes de oro, 101).

Aquí encuentro la esencia del sistema poético del poeta Cortés, su relación con el mundo y el conocimiento y la función del lenguaje en la dinámica de esa relación. Como se puede ver, el sistema semiótico de la obra de Alfonso Cortés y sus relaciones estructurales estaba ya establecido para el año 1927. Todos los principales símbolos han sido ya constituidos, la significación y las relaciones paradigmáticas del sistema están ya en pie, sólidamente establecidas a través de una serie de poemas.

La concepción del tiempo es otro factor característico de la conceptualización del mundo en Alfonso Cortés. Su preocupación por el tiempo se remonta a sus primeros elaboraciones. En su famoso poema "Fuga de Otoño" que data de 1913, vemos una transformación de las dimensiones cuya esencia es fenomenológica, se plantea un mundo cuya estética se emparenta con la estética del extrañamiento, y cuyo origen tiene poco que ver con la perturbación mental del poeta y mucho que ver con su peculiar concepción de la existencia. Esta reversión de la impresión fenomenológica es otro rasgo fundamental de la sustancia de la expresión poética de Alfonso Cortés, rasgo cuya comprensión es fundamental para una lectura cabal de sus páginas.

Aquí todo, hasta el tiempo se hace espacio.
En los viejos
caminos nuestra voz yerra como un olvido,
y a un éter lleno de recuerdos, se ha salido
de nosotros el alma, para vernos de lejos.
( Poesías, 10).

La lucha por penetrar el misterio y comprender la significación del tiempo y el espacio está presente en casi todos los poemas de Alfonso Cortés. En "La flor del fruto" se lee:

El hombre es árbol místico y apenas
comprende Espacio y Tiempo si se vierte
en flor de su alma y fruto de sus venas...
( Poesías, 50).

El estudio de la concepción de espacio en Alfonso Cortés es algo que debe ser reevaluado con cuidado, considerando que puede existir en el poeta más de una concepción del mismo. En mi lectura de su obra yo encuentro por lo menos dos interpretaciones del espacio: el espacio físico con sus dimensiones concretas y su fenomenología, y el espacio metafísico que es el que en realidad preocupa al poeta. Este espacio es una dimensión espiritual en la que se transforma la experiencia humana y el conocimiento, algo similar al espacio lingüístico del poema, donde la vivencia se hace espacio por medio de la realización semiótica del discurso. El espacio físico no existe para Cortés, en la medida en que éste no tiene ninguna importancia absoluta, su relatividad lo anula, es como "La distancia que hay de aquí a / una estrella que nunca ha existido" en "La canción del espacio". El espacio es más bien el lugar de la escritura, la dimensión creada por el vacío de los significantes, la ausencia que evoca la presencia del signo. En "Más allá", un poema de 1918 está explícita esta idea:

...Mientras paseo
pienso en espacios y cual pienso, escribo.
( Tardes de oro, 21).

Cuando esta visión del espacio se plantea de términos físicos carece de sentido, parece una proposición reducida al absurdo, pero no es así cuando lo examinamos desde una perspectiva metafísica y una filosofía del lenguaje.

En forma similar a como ocurre en el campo de la nominación, la poesía de Alfonso Cortés evoluciona a la par que evoluciona la concepción de estos elementos o rasgos fundamentales, describiendo una parábola que concluye con la negación del mismo. En "Vida", poema citado anteriormente, se puede leer: "...El tiempo se derrumba / como un ídolo roto" ( Las siete antorchas, 10). Esto indiscutiblemente presenta un estadio en la concepción de la dimensión temporal, diferente del que podemos percibir en "Fuga de Otoño". Otra evolución más se nota cuando lo comparamos con la visión presentada en "La canción del espacio" fechada en 1927. Aquí hay ya, como en la nominación, una negación total de la existencia del tiempo, éste se ha relativizado hasta convertirlo en una dimensión inexistente, cuya desintegración, por otro lado -y el poeta está conciente de ello- arrastra consigo la existencia misma, la neutraliza, creando de esta manera un "impasse" filosófico:

Este afán de relatividad de
nuestra vida contemporánea -es
lo que da al espacio una importancia
que sólo está en nosotros,-
y quién sabe hasta cuando aprenderemos
a vivir como los astros-
libres en medio de lo que es sin fin
y sin que nadie nos alimente.

La tierra no conoce los caminos
por donde a diario anda -y
más bien esos caminos son la
conciencia de la tierra... -Pero si
no es así, permítaseme hacer una
pregunta: -Tiempo, dónde estamos
tú y yo, yo que vivo en ti
y tú que no existes?
( Poesías, 47).

En el poema titulado "Poesía" e incluido en Poemas Eleusinos, se encuentra una reversión del tiempo que implica un paso más allá en esa evolución conceptual:

Yo vengo del sepulcro y voy para la cuna;
aunque en todo creo, ni yo mismo sé;
soy como un eterno presente que avanza
y que no ha tenido antes, ni tendrá después.
( Las siete antorchas, 119).

En un poema fechado en 1918 titulado "Soneto", encontramos bajo una forma aún identificable con la estética modernista, la elaboración del sistema de códigos y signos que llegará a definir la poesía de Cortés. La temática es ya definitivamente la del poeta de "Un detalle" o de "La canción del espacio", pero aún no ha llegado al grado de parco desgarramiento y de soledad que define a estos poemas. En "Soneto" el material trágico todavía está envuelto en una formulación estética modernista, los signos apuntan a un referente cultural y pierden en su valor connotativo. Sin embargo hay una voz profética en el poema, un vaticinio que en nuestra lectura de 1992 cobra una dimensión impresionante:

Si yo hubiera sabido las locuras
los desastres, las ansias, los dolores
en que iba amortiguar sus resplandores
mi corazón cansado de aventuras.

Si hubiera visto sus miradas puras
solo el alma del sueño y de las flores,
no los pálidos y altos sinsabores
del infinito, que me cobra usuras.

Hoy no supiera el mal de los pañuelos
que saludan del mundo flor de crimen,
la trágica ironía de los cielos;

El triste cavilar de los caminos,
y de carga inconsciente con que oprimen
algunas lágrimas y algotros vinos...
( Las siete antorchas, 4).

Leído en 1918 este poema se sitúa en el epicentro de la revolución romántica, su dolor fatalista ante la vida, sus sintaxis elegante y su codificación estética. Hoy en día sin embargo, a la luz del futuro del poeta, es posible investir sus versos con una significación que va más allá de la nominación trágica del sentimiento, para inscribirse en la pregunta esencial de la existencia, en su misterio indescifrable que tanta importancia tienen en el sistema semiótico de Alfonso Cortés; en el dolor inmenso del desengaño y el dolor, en los abismos de la locura. En "Angelus" la locura aparece ligada a la calma, a un estado de contemplación y melancolía, de honda reflexión y misticismo, que en conjunción con el tiempo y el espacio, formará el centro de su sistema poético:
y en los tejados de las almas
mayan los ruidos de la tierra,
y, en la locura de sus calmas,
la Hora, triste de espacio, yerra.
( Poesías, 60).

Estos versos se repetirán en la última estrofa del poema, reenforzando esa visión, la hora del Angelus como un momento de honda reflexión, cuya calma es enormemente loca, doloramente loca, en busca de su espacio y su lugar sin poder encontrarlo. La nostalgia de la tarde, su misterio y su misticismo, están presentes en un poema como "Tardes de oro" que data de 1911. Ya en ese entonces Cortés buscaba el sentimiento y la experiencia de lo inusitado, de la belleza y lo extraño, deseando llegar más allá de la vista y el sonido, a la propia esencia de los fenómenos, como lo constata la segunda estrofa del poema:

Dame sentir tus éxtasis,
convalesciente de un dolor extraño,
mientras cae la tarde en tu belleza,
brilla en tus ojos y tiembla en tus labios;
y crucemos lo largo de estas rutas,
y el verdor de estos campos perfumados,
viendo pasar delante de nosotros,
el azar del misterio cotidiano...
( Tardes de oro, 2).

Ese mismo misticismo, esa percepción que se ha asociado con la locura se encuentra en "Un detalle", su poema más famoso, desafortunadamente bautizado por Coronel Urtecho como "Ventana". La duplicidad y el misterio de estos versos, los espíritus que rondan al poeta, y la ternura con que lo expresa, hacen de "Un detalle" un poema perfecto donde color y espacio cobran una significación especial, se convierten en un texto que el poeta lee con facilidad e interpreta, con el cual se establece una comunicación, un intercambio. En ese sentido ese trozo azul es como el poema, el espacio donde vive el anhelo:

Un trozo azul tiene mayor
intensidad que todo el cielo,
yo siento que allí vive, a flor
del éxtasis feliz mi anhelo.

Un viento de espíritus, pasa
muy lejos, desde mi ventana,
dando un aire que despedaza
su carne en angélica diana.

Y en la alegría de los Gestos,
ebrios de azur, que se derraman...
siento bullir locos pretextos,
que estando aquí, de allá me llaman.
( Poesías, 68).

En el diálogo publicado en Tardes de oro bajo el tíulo de "El poema cotidiano", sin fecha y diferente del que después le diera nombre a un volumen, se revela ya un síntoma que pudiera ser consecuencia de la perturbación mental: "Por qué me he despertado, como todos los días / pensando? Ya no quiero pensar, quiero estar solo con mis sentidos; ya no quiero sentir más las cosquillas de Dios en mi cerebro..."(3). Es un poema totalmente diferente a los poemas de Cortés, es sumamente narrativo, casi desprovisto de metáforas y símiles, y más parece que fuera anotaciones personales que su padre incluyó en el volumen, que un texto destinado a publicación. Digo esto porque me parece que es la primera vez que hay en su obra algo que señale directamente a la locura, a la perturbación mental. Las alusiones anteriores las leo más bien como metáforas donde la "locura" sirve como código semiótico para comunicar ese aspecto inefable de la existencia, pero aquí hay ya un signo abierto del poeta, un llamado de ayuda. Hasta el momento, y como he tratado de demostrar es estas páginas, lo que he observado es una percepción especial del poeta, una forma particular de ver y enfrentar el mundo, de leer los signos del universo y convertirlos en verso. Y eso es a mi juicio el secreto de su genio poético. Hay alusiones y versos ambiguos que parecen decirnos que algo diferente acurría en la mente del poeta. En el "Nocturno" de 1913, la primera estrofa habla de los sonidos, los ruidos que invaden su cabeza. Estos signos pueden interpretarse como reveladores de un trastorno mental, sin embargo también aluden al misterio de la poesía, al discernimiento del lenguaje de Dios, a su eterno alfabeto.

A la hora en que se llenan de dolores los ruidos,
cuando grita un agudo silencio en los oídos,
y, vagamente, husmea la luz de su problema
el alma, incienso místico que en la sombra se quema,
Dios me ha dicho en voz baja, y yo he oído en secreto
unas pocas palabras de su eterno alfabeto.
( Tardes de oro, 26).

Los ruidos serán una presencia angustiosa en Cortés. Como en las ciencias de la comunicación, los ruidos parecen ser una interferencia, un defecto en el contacto, pero al mismo tiempo funcionan como signo de ese contacto. El ruido es parte del canal o código de la comunicación, sin ruido no hay comunicación. El final del ruido parece ser el final de la vida, el final de la experiencia. Al menos así parece confirmarlo el poema "Pasos".

Cuando, en el tumulto de la Tierra
sientan los seres su soledad,
dará una tregua eterna la guerra
del Ruido...
( Poesías, 58).

Consecuentemente estos ruidos se distinguen de las palabras, estableciendo por tanto una diferencia entre estos dos tipos de signos, tal y como lo afirma en "Verano" donde se puede leer:

..."Los acentos
que hay dentro de los vientos
son otros que sus ruidos"...
( Poesías, 67).

Es muy dificil saber si estos ruidos son causados por una perturbación mental en desarrollo o por una percepción diferente del mundo y del lenguaje. Como en el caso de Van Gogh, de Nietzsche o de tantos otros artistas, la manifestación de su percepción particular del mundo nos sirve para entrever otra forma de comprender el mundo, la obra establece un código particular que incita a una lectura cuyas significaciones nos muestran otra dimensión de la realidad, otros valores, otras formas, y esto es lo que es verdaderamente importante.

Después de la crisis de 1927, recluido en su cuarto de la casa de León, o en el Asilo de Enfermos Mentales de Managua, y de regreso en León en 1965, Alfonso Cortés siguió escribiendo, aunque parece haber una laguna entre 1934 y los años cincuenta en que firma otros poemas que se recogerán en la década siguiente. Es poco lo que estos poemas agregan a su sistema poético y la mayoría de ellos son ejercicios poéticos, que aunque reflejan su gran habilidad como versificador, no poseen la visión metafísica ni el trascendentalismo de los poemas anteriores. Lo que perdura son reminiscencias del sistema filosófico, que como ha quedado demostrado, ya estaba completamente desarrollado para 1927. La concepción del tiempo en estos poemas es mucho más tradicional y cronológica, se ajusta a nuestra percepción "normal" del mundo, tal y como lo demuestra la siguiente estrofa del poema titulado "Introducción", fechado en 1960:

El Tiempo abre en el alma audaces brechas,
y tú impasible y orgulloso en tanto,
sientes hervir el infinito, y hechas
el lloro de tu vida como un canto.
( Las puertas del pasatiempo, 7).

Hay un regreso a la concepción tradicional de las dimensiones, un deseo de realismo más urgente en parte impelido por la intención didáctica. Véase por ejemplo el concepto de espacio que se refleja en la última estrofa del mismo poema:

Sabe sentir entre tu ser la Vida;
da a la suerte tu interior reacio;
sé árbol cuya raíz se encuentra hundida,
como en su propio centro, en el Espacio.
(Idem)

En una composición de 1965 titulada "El criterio en arte", creo encontrar la explicación de esta evolución en su pensamiento poético. En este poema Cortés señala su cansancio de la búsqueda de la obra maestra y declara su deseo de hacer una poesía más simple, que sea expresión de un pueblo, alejándose de la abstracción suprema y buscando una palabra que sirva para el diario vivir, anclada en la razón que pregona en otro poema. Esto, me parece, tiene mucho que ver con la conciencia de su desequilibrio mental, con la convicción de su locura y el deseo de apartarse de la conceptualización que -aparentemente- lo llevó a esa locura:

Hasta que, viendo que sus parcas rimas
que él no apreciaba por no ser gran cosa,
eran su prez para escalar las cimas,
no aspiró más a hacer su obra grandiosa.
( Las puertas del pasatiempo, 67).

Por eso la poesía de Las rimas universales y Las coplas del pueblo, se apartan de la indagación filosófica y la especulación metafísica. No tienen estos versos el misterio profundo y clarividente que tienen sus mejores poemas anteriores a 1927. Dos años antes de su muerte, Cortés dió a la imprenta El poema cotidiano y otros poemas. "El poema cotidiano" es una composición autobiográfica, distribuida en cuatro cantos y escrita en sextetos de versos dodecasílabos, donde el poeta crea su alter ego Herckman, y narra su relación con el Emir, su padre, el resto de la familia y la poesía. Es una historia de formación y yerros, de oración y buen ejemplo, escrita con maestría y soltura, pero sus versos están muy lejos de sus poemas magistrales anteriores a 1927, carecen de profundidad filosófica y artificio metafórico, y rehuyen la percepción especial del mundo que se refleja en sus mejores poemas.

Si lo importante para el escritor es la obra escrita, Alfonso Cortés nos dejó el testimonio de su paso por la vida mirando las cosas con ojos diferentes, capaces de ver más allá de las apariencias, oyendo los sonidos del silencio y sintiendo las cosquillas de Dios. Si esta percepción le costó el juicio y la razón, ese fue el precio que tuvo que pagar por su "lucidez", por su papel de elegido para mostrarnos lo que hay al otro lado de las cosas. Si los tratamientos psiquiátricos, los electroshock y el largo confinamiento, lo devolvieron a nuestro mundo racional y constructivo, ese fue el precio que tuvo que pagar por la paz espiritual y la cordura. Ni yo ni nadie está en capacidad de juzgar la vida de Alfonso Cortés, el hombre. Lo único que puedo evaluar es su obra, o al menos, comunicar la lectura que hago de su obra. Atribuir su grandeza a su locura me parece una falacia sin fundamento y una falta de respeto para el artista, además de contradecir el análisis cronológico y comparativo de su obra. Mi posición es que a los 34 años, Alfonso Cortés había formulado el sistema poético más sutil y trascendental de la historia de la poesía hispanoamericana. Dice Sábato que la diferencia entre el artista y el loco, es que el artista puede ir hasta la locura y volver. Alfonso Cortés no volvió, y si volvió lo hizo dejando tras de sí su visión hierofántica. Sin embargo nos dejó su poesía. Sus dos colecciones, Poesías y Tardes de oro, son suficiente para asegurarle un papel primordial en la historia de la literatura hispanoamericana. Es momento que los estudiosos de la materia nos preocupemos porque a su obra se le dé el lugar que merece en la historia de la literatura universal, y que se elucide la incomprensión y mitos en torno a su genio poético.

Ernesto Cardenal lo recuerda en forma memorable: "En la misma vieja casa de las Cuatro Esquinas, que antes fuera de Rubén Darío, vivía un extraño loco, conocido en toda la ciudad con el nombre del Loco Cortés o el Poeta Loco. Alfonso Cortés había nacido en León, a fines del siglo pasado. Yo recuerdo sus ojos pálidos, azules, y su barba posiblemente rojiza, cuando los chiquillos de la escuela pasábamos por su casa haciéndole burlas. La familia lo tenía con grillos por temor de sus furias, y si uno se asomaba por el zaguán, podía vérsele al fondo del corredor oscuro. Los chiquillos no sabíamos entonces, y tampoco los mayores, que ese hombre era uno de los más grandes poetas de la lengua castellana." En Alfonso Cortés, Poemas. (San José: EDUCA, 1970) p. 7.

En su excelente artículo sobre Alfonso Cortés dice Pablo Antonio Cuadra: "Alfonso es el primer gran poeta metafísico que produce Centroamérica. Metafísico en el sentido en que su poesía siempre tiende a saltar al otro lado del misterio de las cosas visibles, creando -con el auxilio de su locura- un lenguaje alucinante, que por asociaciones y contrastes de palabras y conceptos, nos hace participar y penetrar en esa zona de misterio y de sombra..." "Alfonso Cortés, discípulo del centauro Quirón", en Aventura literaria del mestizaje y otros ensayos. (San José: Libro Libre, 1988). p. 120. Véase la introducción de Ernesto Cardenal al volumen antes citado. pp. 7-19.
Julio Ycaza Tigerino señala acertadamente: "Es lástima que la tragedia de su locura, al sorprenderlo en plena juventud, haya cortado el vuelo de su genio. O acaso la propia intensidad de su quehacer poético, esa tremenda acumulación de sensaciones de las fuerzas elementales de su cerebro, haya sido la causa de su locura..." La poesía y los poetas de Nicaragua. (Managua: Academia Nicaragüense de la Lengua, 1958). p. 84.

Véase José Varela-Ibarra. La poesía de Alfonso Cortés. (León: UNAN, 1976). pp. 45-46.
Lo que Ernesto Cardenal ha llamado "la poesía Alfonsina". Véase "El caso de Alfonso Cortés" en 30 poemas de Alfonso. (Managua: El Hilo Azul, 1952). Reedición en Editorial Nueva Nicaragua, 1985. pp. 11-14.
Este problema ya había sido abordado por Gaston Bachelard: "Du moins, la nécessité de séparer la sublimation étudiée par le psychanalyste et la sublimation etudiée par le phénoménologue de la poésie est une nécessité de méthode. Le psychanalyste peut bien etudier l'humaine nature des poètes, mais il n'est pas préparé, du fait de son séjour dans la région passionelle, á étudier les images poétiques dans leur réalité de sommet. C.G.Jung l'a dit a'ailleur trés nettement: en suivant les habitudes de jugement de la psychanalyse, "l'intérêt se detourne de l'oeuvre d'art pour se perdre dans le chaos inextricable des antécédents psychologiques, et le poéte deviens un cas clinique..." La poétique de l'espace. (Paris: Presses Universitaires de France, 1958). p. 14.
Roland Barthes define lo "legible" en oposición a lo "escribible": "Le scriptible, c'est le romanesque sans le roman, la poésie sans le poème, l'essai sans la dissertation, l'ecriture sans le style, la production sans le produit, la structuration sans la structure. Mais le texte lisible? Ces sont des produit (et non des productions), ils forment la masse énorme de notre littérature." S/Z. (Paris: Editions du Seuil, 1970). p. 11.

Alfonso Cortés. Las coplas del pueblo. León: Hospicio, 1967.

Alfonso Cortés. La Odisea del Itsmo. (Guatemala: Tipografía Latina, 1922).

También reproducido en Poesías. Manangua: Imprenta Nacional, 1931. pp. 89-99; y en Las siete antorchas del sol. León: Hospicio, 1952. pp.141-147.

Otra versión de este poema, inferior a mi juicio, más liviano en su tema y cargado de innovaciones vanguardista, lo transcribe María Luisa Cortés en Alfonso Cortés. Biografía. p. 22. Lo fecha en 1935.

En el sentido en que lo plantea Louis Hjelmslev en Prolegómenos a una teoría del lenguaje. Madrid: Gredos, 1971. pp. 73-89.

Vease a este respecto Ferdinand de Saussure, Cours de linguistic général. Paris: Payot, 1916.
Como dice Umberto Eco, "L'effetto di straniamento si verifica deautomatizzando il linguaggio: il linguaggio ci ha abituato a reppresentare certi fatti seguendo determinate leggi di combinazione, mediante formule fisse. Improvvisamente un autore, per descriverci qualcosa che abbiamo forse sempre visto e conosciuto, impiega le parole (o gli altri tipi di segni di cui si avvale) in modo diverso, e la nostra prima reazione si traduce in un senso si spaesamento, quasi in una incapacità di riconoscere l'oggeto (e questo è l'effetto dovuto alla organizzazione ambigua del messaggio rispetto al codice). La struttura assente. (Milano: Tascabili Bompiani, 1987). p. 79.

Esto nos lleva a la afirmación de Borges de que "Negar el tiempo es dos negaciones: negar la sucesión de los términos de una serie, negar el sincronismo de los términos de dos series. En efecto, si cada término es absoluto, sus relaciones se reducen a la conciencia de que esas relaciones existen. Un estado precede a otro si se sabe anterior; un estado de G es contemporáneo de un estado de H si se sabe contemporáneo. Contrariamente a lo declarado por Schopenhauer en su tabla de verdades fundamentales ( Welt als Wille und Vorstellung, II, 4), cada fracción de tiempo no llena simultáneamente el espacio entero, el tiempo no es ubicuo. (Claro está que, a esta altura del argumento, ya no existe el espacio)." "Nueva refutación del tiempo" en Obras completas, (Buenos Aires: Emecé, 1960). III, 253-254.

"La canción del espacio" fue, según María Luisa Cortés, el primer poema que escribió Alfonso después de la crisis de febrero del 1927. Alfonso Cortés. Biografía. (León: Hospicio, 1975) p. 75-76.

Alfonso Cortés. Poemas Eleusinos. (León: Hospicio, 1935).

Un concepto similar de la dimensión temporal servirá a Alejo Carpentier para la estructuración de su famoso cuento "Viaje a la semilla" incluido en Guerra del tiempo (Buenos Aires: Orbe, 1972). pp. 69-94.

Editado y con un prólogo fechado en 1931 por Salvador Cortés, padre del poeta. Tardes de oro, s.p.i. y s.f.; se sabe que fue confeccionado en la Tipografía de J. Hernández, en 1934. Su hermana María Luisa cita la ciudad de Manangua, Op. Cit. p, 161. Jorge Eduardo Arellano lo consigna como impreso en León. Panorama de la literatura nicaragüense. Managua: Ediciones Nacionales, 1977. p. 186.

Sin fecha en todas las ediciones, se ha asumido que este poema fue escrito por Cortés después de febrero de 1927, y que la ventana a que se refiere es la ventana de su cuarto de León. El signo /ventana/ ha sido considerado el más importante en su sistema poético. Dice Cardenal, "Gracias a esa ventana y a ese patio, Alfonso Cortés, con sus grillos y su razón perdida, gozaba del viento a toda hora, el amigo inseparable de su alma." Poemas. p. 9.
Managua: Editorial Alemana, 1967.

Alfonso Cortés. Las rimas universales. (Managua: Alemana, 1964).

Viajemas

Prólogo

Después de trece años de haber publicado Sintaxis de un signo, entrego ahora este volumen de poemas bajo el neologismo Viajemas. Este libro no tiene la unidad del anterior. En rigor se trata de tres libros en uno. "Viajemas" son poemas de viajes, inspirados en las calles y los paisajes de lugares remotos, en gente que he conocido, en espacios que me han enseñado a pensar y a sentir. "Juegos vitales" son poemas de corte existencial, de composición variada, y estéticas diversas. "Consejos de un poeta" son poemas que he escrito para mí mismo, para enseñarme algunas lecciones importantes en mi vida, y que de alguna manera me han parecido publicables. Las tres secciones de este libro, o los tres libros, seguirán creciendo con los años. No los considero una obra terminada, -ni abandonada-, como pasa a todo poeta cuando publica alguna página. De manera similar a Leaves of Grass the Walt Whitman, seguirá creciendo en futuras ediciones. Espero que sea para bien.

Cincinnati, diciembre 2008.

El viajero

El viajero se sitúa en su mirada,
observa con sentida intensidad,
intenta percibir el total de la impresión,
imagina la significación
y cree comprender la perspectiva.
Mas no sabe que no entiende ni la punta del zapato,
y todo lo que mira es pavimento:
Ahí está París con su torre inolvidable,
ahí está Roma encantada en su colina,
ahí La Habana y Bogotá,
Buenos Aires y Managua,
y en todos los páramos que pisa
encuentra una historia singular.
Mirar es ver las cosas continentes,
admirar es entrar en su sustancia,
y vivir cada espacio con el cuerpo
es viajar por el mundo del poema.
El texto que traduce el escenario
complementa la visión del horizonte,
y en el centro de la calle que miramos
ve la nota de la música y sentimos.

Miami, diciembre 1998

Tiempo irrefutable

Caminando por las calles de Nueva Orleáns,
Nueva York o San Francisco,
mirando con asombro las populosas avenidas,
las esquinas,
las vitrinas que me devuelven mi perpleja sombra
y las tonadas que rompen la distancia de los días.
Observando este universo vario
me pregunto con el pecho compungido,
porque sé que he de abandonar complejo
lo que tanto amo y ya casi extraño.
Cómo decidir lo que la vida implora
si nada se presenta franco,
si todo rompe con la simple perspectiva
de una calle que se extiende
y una pared que corta.
Presentar en el devenir del tiempo
una forma que cumpla con la vida,
y ver como se interpone el ojo
de la tersa pasión y el espantoso olvido.
¿A quién romper con la fuerza honda
de esta desgarrada pantomima,
y hacer lo que mandan los principios
y olvidar lo que impone el corazón?
Lo más triste de este abandono sordo
es que nunca llegará la primavera,
que seremos hechos que se suman a la historia,
carne de otras fiestas, malestar del verbo,
y jamás volveremos la mirada
para indagar la plenitud del tiempo,
¿qué pasó en aquella esquina?
¿con quién se perdió el viento?

San Francisco, abril 1990