Saturday, August 1, 2015


¿De qué estás hecha?

© Nicasio Urbina, 2015

 

¿De qué materia está hecha esta ciudad

que respira por los poros de la historia?

¿Es de mármol o de roca viva,

de yeso o de colorido oleo?

¿Es de roja teja que se desparrama

en sus colinas o del verde mármol de sus jardines?

 

Dejar esta ciudad es imposible

una vez que se ha pisado su terreno.

Dante lo sintió en sus entrañas:

el exilio de Florencia es la muerte.

 

Hordas de turistas te visitan

y embisten como locos tus museos.

Jóvenes bellísimas, viejas de nostalgia,

buscan en tus obras el sentido.

Antes nos demorábamos ante el David

de Michelangelo para admirarlo;

ahora, dándole la espalda nos hacemos una selfie.

 

Los Medici fundaron un sistema y una forma

de negociar con la riqueza:

Lorenzo, Francesca, Cósimo.

Aquí nació el cheque y la banca,

la especulación comercial y el futurismo.

Aquí Leonardo, aquí Botticelli,

Petrarca nos dio el lenguaje del amor,

y Boccaccio el cuento y la perspicacia.

 

¿De qué materia, querida mía, está hecho

el Ponte Vecchio, el Duomo y tus múltiples palazzos?.

No es de mármol, ni de piedra, ni de burda argamasa,

es de sudor, de lágrimas,

es de amor, de suspiros y de ensueños.

 

Florencia, julio 2015.

Sunday, October 12, 2014

Kill The Messenger




Acabo de ver la película Kill The Messenger, dirigida por Michael Cuesta. Les recomiendo que la vean. No sólo es una película entretenida y bien hecha, sino que para nosotros los nicaragüenses tiene especial interés. La película cuenta la historia de Gary Webb, el periodista que en 1995 reportó que la CIA había estado involucrada en el contrabando de cocaína a los Estados Unidos para financiar a la Contra. Los dos nicaragüenses involucrados en el escándalo son Danilo Blandón, interpretado por Yul Vazquez, y Norwin Meneses, interpretado por Andy García. Hay una escena muy divertida donde Gary Webb va a la cárcel de Tipitapa para entrevistar a Meneses, y mientras conversan Meneses practica tiros de golf con su 5 de hierro desde el patio terroso de la cárcel. Como todos saben, el escándalo de crack por armas para la Contra ha sido negado muchas veces por la CIA pero hay amplia evidencia que fue cierto. No sabemos si Ronald Reagan sabía lo que se estaba haciendo. Se investigó hasta el cansancio la venta de armas a Irán pero la conexión con la cocaína siempre se ha mantenido como secreto de estado. La película vale la pena también por su interés humano y por el precio que tuvo que pagar Gary Webb quien perdió su trabajo y finalmente fue encontrado muerto en su casa con dos tiros en la cabeza. La policía concluyó que fue suicidio. ¿Cómo se pega uno dos tiros en la cabeza? Espero que la disfruten.
http://www.focusfeatures.com/kill_the_messenger

Sunday, September 14, 2014


Un continente llamado Alaska

© Nicasio Urbina

Alaska es el continente desconocido, la última frontera, un territorio tan inhóspito que aún hoy en día su población no ha pasado los 710,000 habitantes, en un territorio que es dos veces el tamaño de Texas, con un millón y medio de kilómetros cuadrados. Desde su descubrimiento en 1732 por los rusos Gvosdev y Fyodorov, después en el viaje demencial de Bering en 1741, pasando por la fiebre del oro en el río Yukón y en el Nome; luego con la explotación industrial del salmón, y finalmente con el descubrimiento de petróleo en grandes cantidades en la costa ártica, Alaska ha sido una fuente de riqueza y de aventura para los Estados Unidos. Los 7.2 millones de dólares que los rusos pidieron por el territorio fue recuperado en los primeros años con el comercio de pieles de focas, alces y nutrias. La venta de Alaska a los EEUU fe uno de los peores negocios de bienes raíces de la historia de la humanidad, para los vendedores por supuesto, solo comparable a la compra de Luisiana a los franceses por 15 millones de dólares en 1803.

            Además de su enorme riqueza material Alaska es de una belleza excepcional. Pocas regiones tienen el encanto maravilloso y la inmensidad  desolada que tienen Alaska. En más de un millón de kilómetros cuadrados de montañas inmensas cubiertas de nieve, hay tantos picos que la mayoría ni siquiera tienen nombre. Hay 44 mil kilómetros cuadrados de glaciares inmensos que en su lento desplazarse por los riscos esculpen los fiordos, capas de hielo de decenas de metros de altura que en su  mágico cromatismo nos dan todos los tonos de verde, de azul, de agua marina; rosadas algas y marrones cuadros figurativos. Tres millones de lagos adornan esta maravilla de la naturaleza. El archipiélago de las islas Aleutianas se compone de trescientas islas volcánicas, y se extiende en el océano Pacífico por mil doscientas millas. La mina de oro y el pozo de petróleo ha sido suplantado ahora por el turismo y la industria sin chimeneas. Cienes de cruceros llegan a sus puertos entre los meses de mayo y agosto, los únicos meses vivibles para los animales tropicales que no podríamos sobrevivir hasta octubre en esas latitudes.

            Como ha sucedido en la mayoría del mundo colonizado, la peor parte la llevaron los indígenas de Alaska. Los esquimales o inuits, los alapanes, los aleutianos, los tiglis, los yup´ik, los unanga, los tanana, los tlingit, y muchos más; todos los grupos étnicos que habían vivido por miles de años en esas tierras antes de la llegada de los blancos, vieron sus tierras ocupadas, sus ríos minados para pescar el salmón, y sufrieron la invasión de miles de mineros atraídos por la quimera de una fortuna fácil. Hay decenas de grupos indígenas y decenas de lenguas en Alaska, pero como dice Mrs. Murphy en la novela de James A. Michner del mismo nombre, “Alaska tiene ocho grupos indígenas importantes, cuatro indios, dos esquimales, y dos aleutianos, y ante de la llegada de ustedes todos vivían en paz” (pag. 742, traducción mía).  Comerciantes inescrupulosos los volvieron alcohólicos y les cambiaban sus valiosas pieles por unos cuantos barriles de melaza. Cuando las primeras enlatadoras de salmón  empezaron a surgir, les prohibieron pescar en sus ríos, relegándolos a los riachuelos más remotos y pobres.  Acusándolos de perezosos y no confiables, los empresarios estadounidenses no los contrataban para trabajar en sus empresas, prefiriendo importar trabajadores de China o de los “los 48 estados contiguos” como se les llama allá a los estados del continente. “Estúpidos, ladrones y sucios” eran los calificativos que a menudo acompañaban a cualquier referencia a los indígenas. Con la entrada en vigor de la ley Jones en 1920, que obligaba a que solo barcos construidos en los EEUU, tripulados por gringos y navegando bajo bandera norteamericana, pudieran llevar mercancías a Alaska, encareció todos los productos que se vendían en el territorio. La falta de competencia y el monopolio de la compañía Ross & Raglan hacía que una lata de frijoles costara 10 veces lo que costaba en Seattle o Hawaii. Hasta que finalmente, en 1959, después de una larga campaña de cabildeo, se modificó la ley Jones y se le concedió estadidad a Alaska, las cosas empezaron a cambiar un poco. Aun así, un litro de leche en Alaska sigue costando $10 y $12 en muchos pueblos remotos del estado, donde la única forma de llegar es por aire y los costos agregados son altísimos.

La belleza monumental de esta península lleva al viajero a reflexionar sobre la ínfima condición humana y la magnificencia de la naturaleza. El Denali (Mount McKinley para los anglófonos) es la montaña más alta de Norteamérica y tiene 6,168 metros de altura, cubierta de nieve los doce meses del año, es el monumento central de esta multitud de montañas impresionante que es el Parque Nacional de Denali. Nosotros apenas viajamos por lo que se conoce como el “bajo Alaska”, es decir, el pasaje interno que va entre las Islas Reina Carlota y el continente. Llegamos a Ketchikan una mañana esplendorosa de julio. La temperatura era de 22 grados centígrados, con el sol brillando como un dios. Ketchikan es un pequeño puerto que vive principalmente del salmón y del turismo. Está considerada como la capital mundial del salmón, y por ser la ciudad más meridional de Alaska, es la primera parada de todos los viajeros. El pueblo se recorre en una hora y está lleno de tiendas que venden cuchillos, pieles, salmón en todas sus formas y empaques, piedras preciosas, semipreciosas y nada preciosas; y recuerdos y suvenires de todo tipo. Lo más espectacular de Ketchikan es el fiordo Misty, situado a unas 40 millas del puerto. La mañana que nosotros navegamos por esos estrechos cañones, en el Solstice Celebrity, un crucero de tres mil personas, con el cielo despejado pero con una bruma delicada que se deslizaba por las montañas como en un sueño, el capitán piloteaba la nave con suavidad, acercándose lo más posible al glaciar para deleite de los pasajeros. Ver esas enormes montañas a unos pocos metros del mar, algunas cubiertas de nieve, frente a un glaciar milenario que avanza a razón de unos centímetros por año. Pensar que esa capa de hielo va trabajando la piedra como un escultor en su estudio, y que cada arista, cada promontorio, cada hendidura que vemos ha sido tallada por esta inmensidad. A lo largo y ancho del glaciar los colores cambian según la luz y la intensidad del sol: el hielo se pone azul, verde tierno, rosado en algunas partes. Pocas escenas son de tal belleza y tranquilidad. Los pasajeros en silencio observan esta maravilla del mundo natural y apenas se escuchan los suspiros y las exclamaciones de admiración.

Vamos navegando de regreso, saliendo del fiordo y de repente alguien grita: ¡Ballena a la vista! Y todos buscamos en aquella inmensidad señales de un gigantesco mamífero. “¡A babor!  ¡A las once en punto¡” dice el Capitán, “pueden ver una ballena con su cría”. Todos nos aprestamos a mirar en esa dirección. Algunas personas corren hasta ese lado de la nave. No se ve nada. Falsa alarma. A menudo la gente asegura haber visto delfines, ballenas, focas, pero muchas veces sólo unos cuántos los ven. Con mis prismáticos paseo la vista por el horizonte. De repente una aleta sobresale de la superficie, se ve un remolino, se ve una cabeza que expele un chorrito de agua. Luego se ve un cuerpo más pequeño saltando a su lado. Todo el mundo exclama y dispara sus cámaras sin parar. Luego se ve una cola surgir de la superficie y luego desaparece en el agua. Todos quisiéramos verla saltar como en los programas de Discovery, pero no es el caso. Hay que conformarse, como con las estrellas de Hollywood, con ver solamente un instante fugaz.

Este es un mundo fantástico y desconocido para mí, animal tropical acostumbrado a los guapotes del lago Cocibolca. En la próxima entrega hablaré del Pasaje Interno, el canal entre el continente y las islas del Archipiélago de Alejandro. Hablaré de Juneau, de Skagway, y de algunas otras maravillas de este continente llamado Alaska.

Saturday, September 6, 2014

Poetas de las dos Granadas

POETAS DE LAS DOS GRANADAS

              (Antología)

Nicasio Urbina y Pedro Enríquez (Editores)

Dos ediciones simultáneas

AYUNTAMIENTO DE GRANADA, ESPAÑA

ACADEMIA NICARAGUENSE DE LA LENGUA
FESTIVAL DE POESIA DE GRANADA, NICARAGUA
                               2014 

Granada, España
Federico García Lorca
Elena Martín Vivaldi
Luís Rosales
Juan Gutiérrez Padial
José Carlos Gallardo
Pablo Luis Ávila
Rafael Guillén
Rosaura Álvarez
Esperanza Clavera
Carmelo Sánchez Muros
Enrique Morón
Antonio Carvajal
Juan J. León
Juan de Loxa
José Heredia Maya
Álvaro Salvador
Javier Egea
Ángeles Mora
Juan Carlos Rosales
Antonio Enrique
Miguel Ávila
Antonio Jiménez Millán
José Lupiáñez
José Gutiérrez
Pedro Enríquez
Fernando de Villena
Luís García Montero
Francisco Acuyo
 
Granada, Nicaragua
José Coronel Urtecho
Manolo Cuadra
Pablo Antonio Cuadra
Joaquín Pasos
José Cuadra Vega
Enrique Fernández Morales
Francisco Pérez Estrada
Ernesto Mejía Sánchez
Ernesto Cardenal
Carlos Martínez Rivas
Fernando Silva
Ernesto Gutiérrez
Eduardo Zepeda-Henríquez
Raúl Xavier García
Nicolás Navas
Francisco Arellano Oviedo
Pablo Centeno Gómez
Francisco de Asís Fernández
Jorge Eduardo Arellano
Guillermo Menocal
Michele Najlis
Humberto Avilés
Alejandro Bravo
Isolda Hurtado
Fernando Antonio Silva
Alvaro Rivas
Fernando López
Nicasio Urbina
Emilio Zambrana
 

       Introducción
 Es un gusto para nosotros presentar esta primera antología de poetas de las dos Granadas. Este proyecto surgió hace ya varios años, con la visita de Pedro Enríquez a la Universidad de Cincinnati, donde Nicasio Urbina es profesor de Literatura Latinoamericana, como una idea de hermanar estas dos ciudades homónimas a través de sus poetas. La Granada de España, milenaria, multicultural, poseedora de una acervo poético enorme, con su belleza natural, su arquitectura y su historia fascinante. Y por el otro lado la Granada de Nicaragua, centenaria, con un pasado indígena importante, con una historia literaria notable en el siglo XX, con una vocación lacustre y comercial. Estas dos ciudades comparten un amor por la literatura y por la poesía que hemos tratado de aprehender en esta Antología.
Como en toda selección, se podrá decir que esta Antología no es completa. Es cierto. Sería imposible incluir a todos los poetas granadinos españoles cuya historia poética se remonta a los poetas mozárabes, y por otro lado sería absurdo compararla con un siglo de poesía de Granada, Nicaragua. Como toda antología la presente pretende ser una muestra representativa de los poetas de las dos Granadas, poetas nacidos en las ciudades o poetas que han adoptado esa ciudad como suya. El principal criterio de escoger los poemas ha sido que de una forma u otra rindan homenaje a estas dos ciudades, delimitando, en la Granada andaluza, la inclusión de los poetas desde Federico García Lorca (1898) hasta los nacidos con anterioridad al año 1960, por motivos de equilibrio entre el número de nombres de las dos Granadas y número de páginas de la presente antología que, tal vez en nuevas ediciones, pueda verse incrementada con poetas que merecerían igualmente encontrarse entre sus páginas. Como en un juicio se denomina fallo al veredicto, está demás decir que la selección de poetas y de poemas reunidos representa el gusto de los antólogos y que sólo nosotros somos responsables por sus omisiones y sus defectos, aunque en el transcurso de la elaboración del contenido de este trabajo han surgido curiosas anécdotas. Una de ellas es la relatada por el poeta Juan de Loxa, refiriendo que esta antología ya se había pensado en el año 1972, en París, por los poetas nicaragüenses Pablo Centeno e Iván Uriarte, y por él mismo desde la Granada española, siendo el destructivo terremoto de ese mismo año sufrido por Nicaragua quien detuvo aquella idea para trocarse en búsqueda de ayuda humanitaria. Han transcurrido 42 años para que sea una realidad tangible, haciendo constancia del ingente trabajo que ha supuesto reunir biografías y poemas de 55 poetas.
Entrando brevemente en el contenido de esta Antología, comienza con Federico García Lorca, el poeta mayor de Granada, y como debía de ser, con su romance de las tres manolas titulado “Granada”, canción de enorme belleza y misterio poético cuya significación final continúa siendo una interrogación: ¿quién es la cuarta manola de “las tres y la cuatro solas”? Lorca nos describe a estas bellas mujeres pero al mismo tiempo nos acosa con preguntas, nos incita y nos intriga. La poesía, que es misterio y es revelación, se nos presenta aquí con todos sus atributos, su belleza y su interrogación. De El diván de Tamarit incluimos “Gacela de la huida” cuya reflexión sobre la muerte se cuenta entre las más hermosas que nos ha dado la poesía. La sección de poeta nicaragüenses empieza con José Coronel Urtecho, maestro de la generación de Vanguardia y poeta de refinada elección. Empezamos con otro misterio poético, el “Parque No. 10”, donde el cadáver de Narciso nos espera frente a los espejos y donde nos interroga la vanidad y la belleza. ¿Qué somos detrás de este cuerpo que se cree bello y que se viste con corbatas de fantasía? Dos poetas mayores, cada uno desde su Granada, interrogando la tradición literaria y la vida. Hemos incluido “Torre de la Merced” esa “torre inalámbrica de golondrinas” por su valor literario, por cuestionar al lenguaje y a la poesía. Y teníamos que incluir “Hipótesis de tu cuerpo” por ser acaso uno de los mejores poemas de Coronel Urtecho.
Pero si tuviéramos que escoger un punto de contacto entre estos dos grupos de poetas granadinos pensamos que sería Luis Rosales, poeta central de la tradición literaria española, y poeta que tuvo también  amistad profunda con los poetas nicaragüenses, especialmente con Pablo Antonio Cuadra y con Fernando Silva. En su poema “Nadie sabe hasta dónde puede llevarle la obediencia” leemos aquel verso inicial “Me gustan recordar que he nacido en Granada”. Poema homenaje a una ciudad que lo vio crecer, que lo vio formarse literariamente y que lo vio sufrir el dolor y la humillación. Similar es la admiración de Pablo Antonio Cuadra por Granada en su hermosísimo poema “Soneto a Granada” donde el poeta, de la mano de Quevedo, busca su recuerdo y solo encuentra desolación y dolor. Luis Rosales y Pablo Antonio Cuadra son los dos poetas centrales de esta Antología, son como la columna vertebral que hermana y sostiene este corpus, y el poema de ese encuentro es sin duda “A Luis Rosales”, donde Pablo Antonio lee a Rosales mientras reflexiona sobre el “cañón roído por el sarro” y la materia de la escritura. Creo que no hay diálogo más fructífero que el de estos dos poetas grandes en su arte y en su generosidad. Fernando Silva es el otro poeta que hace también honor a Luis Rosales en su “Dibujo a lápiz de Luis Rosales”, poema en el que rescata la visita del poeta a Nicaragua en una evocación memoriosa y creativa del poeta español. Podemos entonces tomar a Luis Rosales como el eje central de esa conexión entre las dos Granadas a partir de las cuales se da una polinización, una fertilización poética que continúa hoy en día y que esperamos que esta Antología avive.
No vamos a justificar cada una de las selecciones, quede esta breve reflexión como ejemplo del trabajo que nos ha llevado a los resultados que ahora presentamos.
Nicasio Urbina y Pedro Enríquez



 

 

 


 

Friday, September 5, 2014

A Most Wanted Man


Hoy vi la película A Most Wanted Man, del director holandés Anton Corbijn, y me gustó mucho. Es un thriller, una película de espionaje, pero no es la típica película de espionaje de Hollywood. Tiene mucho de la tradición europea del cine, más pausada, menos espectacular, más realista, menos estereotipada. Está basada en una novela de John le Caré del mismo título, que un maestro de la intriga internacional. El personaje principal lo interpreta Philip Seymour Hoffman, quien como recordarán, murió hace poco de una sobredosis.  Me gustó mucho su personaje, parecido al que interpreta en The Ides of March, fumador empedernido, bebedor, obsesionado con su trabajo y excelente a ello. Esta fue la última película que rodó Hoffman antes de morir. En el film van a ver un Hamburgo sucio y marginal. No se muestran los espacios centrales de la ciudad. Van a ver los problemas de la lucha contra el terrorismo pero no desde la perspectiva triunfalista que presenta generalmente el cine norteamericano. Van a ver la complejidad de la inmigración en Europa y las diferentes fuerzas que trabajan en contra-terrorismo en Alemania. La abogada idealista es representada por la bella Rachel McAdam, que cae víctima de su buena voluntad y los macabros manejos del contra-terrorismo internacional. Van a ver a la comunidad chechena-musulmana en Hamburgo, la mafia rusa, el servicio secreto alemán, y por supuesto, la inteligencia norteamericana. Esta película es todo lo contrario de One Hunderd Foot Journey. Aquí al final todo el mundo sale jodido, como en la vida real, se logran los objetivos pero todo el mundo queda con cicatrices, quizás no tan profundas como las de Issas Karpov, el co-protagonista de la película, mitad chechenio y mitad ruso, pero con citatrices. Si les gustan las películas de intriga y el cine de cierta profundidad dramática no se la pierdan.

Friday, March 8, 2013

La muerte del caudillo


La muerte de un líder está entre los más duros golpes que la vida nos depara. Algunas personas nunca se recuperan de la muerte de un líder carismático y querido, y se pasan el resto de su vida suspirando por el héroe como el enamorado fiel y amoroso. Recordemos la única frase feliz que produjo Tomás Borge, cuando le dijeron que Carlos Fonseca había muerto: “Carlos Fonseca es de los muertos que nunca mueren”. Aunque Fonseca esté muerto y olvidado por la dictadura Orteguista la frase es certera. Así es la inmortalidad del Che Guevara o de Eva Perón, la inmortalidad de Augusto César Sandino o Jorge Eliécer Gaitán. La inmortalidad del caudillo está ligada a su desaparición temprana y repentina. Por eso un caudillo como Fidel Castro, en su tiempo el líder más importante de América Latina, ha pasado ahora a ser un patriarca senil y anacrónico. Nada peor le puede pasar a un caudillo que sobrevivirse a sí mismo.

Los grandes líderes son importantes porque articulan los sueños de un pueblo, le dan forma a los deseos de la población, y hacen que esos sueños sean posibles. Cada pueblo tiene sus sueños y en cada pueblo hay una mitografía que nadie puede quitarle. Tenemos una idea de lo que fuimos y tenemos nociones de lo que queremos ser, pero son los líderes los que convierten esas nociones en proyectos de nación. Son los líderes los que hacen posible lo imposible. Los que nos permiten creer que sí se puede, que lo vamos a lograr, que el futuro nos depara algo mejor que este horrible presente, y que el enemigo poderoso es derrotable y vencible.

Hay líderes que nunca mueren y viven para siempre en la memoria de su pueblo. Otros caen en desgracia por su ambición desmedida, su corrupción o sus crímenes: es el caso de los dos Anastasio Somoza o de Arnoldo Alemán, de Juan Domingo Perón o de Venustiano Carranza. Hugo Chávez Frías quedará entre los líderes que nunca mueren. Tanto en Venezuela, donde el día en que se anunció su muerte alcanzó estatura mítica, como en el ámbito Latinoamericano, donde con el correr de los años entrará en el panteón de los grandes libertadores gracias su propio discurso, y al discurso panegirista de sus amigos y protegidos, al lado de Bolívar, Martí, Juárez, Guevara, y Sandino. Ahora Chávez descansará embalsamado y hierático, en el catafalco inefable del Museo de la Revolución. Nada puede ser más triste para un líder que terminar como oxidada pieza de museo.



Hay mucho dolor en Nicaragua porque ha muerto el líder de la revolución bolivariana. Nadie como él podía convocar los poderes y las obras, el apoyo económico, la fortaleza ideológica, la energía y el optimismo del socialismo del siglo XXI. Los líderes que tenemos actualmente en Nicaragua carecen de esos atributos, no tiene carisma, les falta fuerza y energía, no tienen ideas nuevas que inspiren a la población, y no tienen los recursos de que disponía Chávez. Al dolor por la muerte del Comandante hay que sumar la preocupación por el futuro de la economía nicaragüense. No sabemos si continuarán las remesas de petróleo que Chávez enviaba y que Ortega utiliza a su gusto y antojo, sin rendir cuentas a nadie ni presentar un presupuesto nacional, sin rendir informe a la Asamblea ni acatar la Constitución. Hay mucha preocupación en Managua y en La Habana, aún entre los que no comulgan con los gobernantes, ya que el sistema de manutención a cuenta del erario venezolano está en peligro, y sin esa ayuda las aparentemente estables economías de los dos países se desmoronarían como castillos de naipes.

Estamos ante la primera gran pérdida del siglo XXI en América Latina. Siempre pensé que el primero en morir sería Fidel Castro quien agoniza desde hace años. Como dictador longevo su muerte ya no sería simbólica, y sin embargo fue su hijo Hugo, muerto a los 58 años, después de haberse dado por muerto infinidad de veces, después de sorprendernos por la forma en que revivió en la campaña, después de morir y resucitar varias veces, finalmente parece que ha muerto. Nadie se hubiera imaginado que Hugo Chávez iba morir tan pronto. Hugo el revolucionario, el patriarca del pueblo que lo sigue a ciegas, que se convierte en él por medio de la consigna “Todo somos Hugo”. Hugo el sacerdote a cuyo mausoleo acudirán ahora los feligreses del socialismo, de rodillas, a tocar la piedra milagrosa de su tumba, como los feligreses de hinojos se arrastran hasta la ermita de Lourdes.

¡Siete días de duelo nacional!. ¡No, nueve días para el gran comandante de la revolución bolivariana! Después de tantos discursos inagotables, después de tantas mentiras y tantas abluciones, el pueblo venezolano tiene que soportar nueve días de duelo nacional. Como en los servicios evangélicos de la televisión, agarrémonos de manos y lloremos por la muerte del caudillo. Las cámaras nos enfocan. ¡Nada es más importante que la muerte del líder inmarcesible!. Las luces se encienden y preparémonos para la acción. Uno a uno todos amémonos en este encuentro sacrificial, ya que la muerte del caudillo nos une como nada, y gracias a ello podremos ser un nuevo país. Los camaradas claman, el compañero Maduro llora. ¡Nadie podrá decirnos que no fuimos!, ¡Nadie podrá retenernos en la aurora de la revolución! Siete, no perdón, nueve días de duelo nacional para consolidar la mitificación del caudillo latinoamericano. Baja el telón.