Sunday, October 28, 2012

La magia de los número en Cien años de soledad y Las Mil y una Noches.

La magia de los números

 

Un elemento característico tanto de Cien años de soledad como de Las mil y una noches, es el uso simbólico y a menudo hermético de los números. En ambas obras hay un espíritu de exac¬titud que a menudo lleva al narrador a proporcionar datos numéri¬cos exactos sobre determinados acontecimientos. El caso más evi¬dente se refiere al título de las obras, especialmente cuando consideramos que sendos títulos no son dictados por un cómputo exacto inherente al discurso narrativo, sino por una percepción transliteraria de dicha cifra. El período narrado por García Márquez sobrepasa en mucho los cien años, pero el autor optó por una cifra cerrada por razones estéticas y estilísticas. La divi¬sión en noches sugeridas por el título de Galland es tam¬bién una división hasta cierto punto arbitraria, que tiene que ver más con la concepción mágica de la obra, que con la estruc¬tura discursiva en sí.

Los ejemplos textuales de la relación numérica son abundan¬tes en ambas obras. Uno de los más reconocidos en Cien años de soledad es el que se refiere a las lluvias: "Llovió cuatro años, once meses y dos días."(388) El dato exacto y la precisión mate¬mática aportan un sentido de verosimilitud a la obra, demostrando que el narrador está en control de la situación, pero al mismo tiempo proporciona una nota irónica por la desproporción del dato en sí. Este mismo efecto se puede ver en relación al número de muertos en la masacre de la compañía bananera. Al principio José Arcadio Segundo no estaba muy seguro del número de muertos: "De¬bían ser como tres mil..."(381) le dijo a la mujer que le había dado café. Cuando Aureliano Segundo quitó el candado buscando a alguien con quien conversar mientras pasaba la lluvia, José Arca¬dio Segundo lo recibió con una afirmación: "Eran más de tres mil... Ahora estoy seguro que eran todos los que estaban en la estación."(387) Finalmente, un nueve de agosto, momentos antes de morir, José Arcadio Segundo le dijo a Aureliano Babilonia: "Acuérdate siempre de que eran más de tres mil y que los echaron al mar."(427) La importancia del dato numérico se ve en Cien años de soledad desde la primera página: "Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava..."(71) Y más adelante el narrador nos dirá: "En pocos años Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes."(80) Otro dato de este estilo puede encontrarse en la relación de la travesía que termi¬nó con la fundación de Macondo.

"En su juventud, él y sus hom¬bres, con mujeres y niños y ani¬males y toda clase de ense¬res do¬més¬ti¬cos, atra¬vesa¬ron la sie¬rra bus¬cando una sali¬da al mar, y al cabo de vein¬ti¬séis meses de¬sis¬tie¬ron de la empr-esa y fun¬daron Ma¬condo para no tener que empr¬ender el cami¬no de regr¬eso.¬"(82)

Durante la travesía nació José Arcadio:

"A los catorce meses, con el estómago estragado por la carne de mico y el caldo de culebras, Ursula dio a luz un hijo con todas las partes humanas."(96)

El número de los fundadores de Macondo lo sabremos la noche de la inaguración de la nueva casa, cuando después de que Melquíades compuso la pianola lo mejor que pudo, nos dice el narrador:

"los porfiados descendientes de los veintiún intrépidos que desentrañaron la sierra buscando el mar por el occiden¬te, eludieron los escollos del trastrueque meló¬dico, y el baile se prolongó hasta el amanecer."(139)



En manera análoga, el día de su muerte, el hilo de sangre que le salió del oído derecho llegó a la cocina, después de rocorrer medio pueblo, "donde Ursula se disponía a partir treinta y seis huevos para el pan."(209) Otro ejemplo memorable lo proporciona la descripción del coronel Aureliano Buendía al principio de la sección seis:

"El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos. Tuvo dieci¬siete hijos varones con diecisiete mujeres distin¬tas, que fueron exterminados uno tras otro en una sola no¬che, antes de que el mayor cumpliera treinta y cinco años. Escapó a catorce atentados, a setenta y tres emboscadas y un pelotón de fusilamiento..."(179)

Un poco más adelante el narrador va a desmentir este dato cuando una mujer muy bella lo visita en su campamento de Tucurinca con la intención de matarlo. El coronel Aureliano Buendía presiente el peligro y toma la pistola que estaba en la gaveta:

"Cuando se volvió con la pistola montada, la muchacha había bajado la suya y no sabía que hacer. Así había logrado eludir cuatro de once emboscadas."(202)

Al igual que su padre cuando inició la travesía de la sierra, el coronel Aureliano Buendía había salido de Macondo con veintiún hombres:

"De los veintiún hombres que lo siguieron en la guerra, catorce murieron en combate, seis estaban heridos, y sólo uno lo acompañaba en la hora de la derrota final: el coronel Gerineldo Márquez."(198)

Otro ejemplo de la forma en que el narrador usa el dato numérico lo vemos cuando al firmar el armisticio de Neerlandia llega el tesorero de la revolución:

"Había hecho un penoso viaje de seis días, arrastrando la mula muerta de hambre, para llegar a tiempo al ar¬misticio. Con una parsimonia exasperante descargó los baúles, los abrió, y fue poniendo en la mesa, uno por uno, setenta y dos ladrillos de oro."(254)

En la historia del San José de yeso podemos encontrar otros datos interesantes. Después de que se despedazó en el suelo des¬cubriendo el capital que tenía en su interior empezaron las ave¬riguaciones:

"«Lo trajeron tres hombres», explicó Amaranta... En los últimos tiempos, Ursula le había puesto velas y se había postrado ante él, sin sospechar que en lugar de un santo estaba adorando casi doscientos kilogramos de oro... Escupió el espectacular montón de monedas, lo metió en tres sacos de lona, y lo enterró en un lugar secreto..."(270)

Algunos números aparecerán relacionados con Fernanda. Se casó "en una fragosa parranda de veinte días,"(279) aunque no fuera su estilo. "Había nacido y crecido a mil kilómetros del mar... [donde] Treinta y dos campanarios tocaban a muerto a las seis de la tarde."(282) Y debido a una serie de impedimentos "su anuario útil quedaba reducido a 42 días desperdigados en una maraña de cruces moradas."(285)

La competencia de comida entre La Elefanta y Aureliano Se¬gundo le da la oportunidad al narrador para echar mano una vez más de este tipo de enumeración:

"Al despertar, se bebió cada uno el jugo de cincuenta naranjas, ocho litros de café y treinta huevos crudos. Al segundo amanecer, después de muchas horas sin dormir y habiendo despachado dos cerdos, un racimo de plátano y cuatro cajas de champaña..."(332)

La longevidad de algunos personajes es un elemento definidor en Cien años de soledad, y con este elemento aparecerá también el dato numérico, similar a los que he mencionado con anterioridad. "Meses después volvió Francisco el Hombre, un anciano trotamundos de casi 200 años..."(127) Con referencia a Ursula, el día en que la encontraron muerta, dice el narrador:

"La última vez que la habían ayudado a sacar la cuenta de su edad, por los tiempos de la compañía bananera, la había calculado entre los ciento quince y los ciento veintidós años."(416)

El último ejemplo lo ofrece Pilar Ternera, donde los cinco amigos fueron después de que Alvaro llegó con la noticia de El Niño de Oro:

"...un inmenso salón al aire libre, por donde se pasea¬ban a voluntad no menos de doscientos alcaravanes que daban la hora con un cacareo ensordecedor."(468)

Su administradora y propietaria, Pilar Ternera, era tan vieja que:

"Años antes, cuando cumplió los ciento cua¬re¬nta y cin¬co, había renunciado a la perniciosa costum¬bre de lle¬var la cuenta de su edad..."(469)

La hora del día también va a jugar un papel importante en Cien años de soledad y confirma la incidencia del narrador en el dato numérico. Véase por ejemplo la noticia sobre el nacimiento de Amaranta: "Un jueves de enero, a las dos de la madrugada, nació Amaranta."(103) Gran parte de las referencias a Melquíades están marcadas por el mediodía, pero en general las referencias cronológicas de Cien años de soledad son más bien ambiguas e imprecisas.

En Las mil y una noches se encuentra este sentido mágico, casi sagrado, de los números. En la "Historia del tercer saalik" por ejemplo, encontramos la descripción del castillo al que lle¬gó:

"La puerta principal, de oro macizo, tenía a ambos lados¬ noventa y nueve puertas de maderas preciosas, de áloe y de sán¬da¬lo... En cuanto llegué a la habitación me en¬contré frente a cua¬renta muchachas de sorprendente belleza."(I: 139)

En la "Historia de Dulce amiga" se describe el Palacio de las Delicias diciendo: "Todo el edificio lo formaba un inmenso salón con ochenta ventanas..."(I: 280) Harún-Al-Raschild y su acompa¬ñante, en la "Historia del falso califa", vieron en la barca que navegaba en el Tigris "doscientos mamelucos de pie, alineados a ambos lados del barco..."(II: 795) En la "Historia del pastel hilado con miel de abejas y de la esposa calamitosa del zapatero remendón", Maruf, provisto del anillo mágico "...vio aparecer al instante doce mancebos muy hermosos..." y más adelante: "Al mo¬mento aparecieron ante Maruf los mil camellos y mulas cargados con los objetos indicados..."(II: 449) En la "Historia del joven amarillo" Harún-Al-Raschid llegó a un palacio donde en la sala "se encontraban sentadas cien muchachas en cien sillas de oro..."(II: 465) Los ejemplos del uso de este tipo de informa¬ción numérica abundan en Las mil y una noches, y considero inne¬cesario multiplicar las citas. Es fundamental, sin embargo, en¬tender que este tipo de recurso estilístico, común también a la literatura folclórica y popular, juega un papel primordial en la composición de la estructura narrativa. Como se puede obser¬var en ambas obras, el dato numérico sirve para establecer cierto grado de objetividad y verosimilitud, afirmando de esta manera, la "realidad" de la historia. Por otro lado se puede ver el valor estético de este tipo de información que le imprime a la narra¬ción un sentido de desmesura, que a su vez revela la exis¬tencia de un mundo fantástico, superior en sus dimensiones al mundo cotidiano.

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