Tuesday, July 17, 2012

El lago en el techo del mundo

El lago navegable más alto del mundo es el lago Titicaca. Los peruanos dicen que el lado “titi” es el de ellos, y el “caca”, el de los bolivianos. Yo he estado con anterioridad en este lago del lado boliviano y allá la historia es la contraria. Esta por supuesto es una broma escatológica que se disfruta mucho en tercer grado de primaria. Lo cierto es que la pronunciación en quechua es /titikjakja/ que significa “jaguar de piedra”, y el aimara /titikjala/ con el mismo significado. Si estudiamos la forma del mapa podemos ver la figura de un jaguar en posición de asalto para comerse a un conejo. Este lago está a 3800 metros sobre el nivel del mar. Del lago Titicaca se puede decir lo mismo que de Nueva York: “if you make it here, you can make it anywhere”. El soroche o mal de altura es uno de los principales enemigos de los turistas en estas tierras, y Puno, la ciudad del lado peruano por la que se tiene acceso al lago, está entre las más altas de Perú. Para un animal tropical como yo este es un lugar para visitar rápidamente y partir. La temperatura del agua es de 9°C todo el año, y la ciudad es fría también con la única diferencia que de agosto a noviembre llueve y hace frío, y el resto del año hace un frío seco. Por su altura es sol es esplendoroso y en estos días casi no hay nubes en el cielo azul. Es un espectáculo maravilloso ver el cielo despejado de un color azul fuego, unirse en el horizonte con el azul celeste de las aguas del lago.


El lago Titicaca es el tercer lago en extensión en América Latina, siendo el primero el Lago Maracaibo, y el segundo el lago Cocibolca. En el lago hay cinco grupos de islas importantes y cada una tiene su cultura especial y sus bellezas. La más cercana a la bahía de Puno son las islas flotantes de Uros. Esta es la más singular de todas. Las islas son construidas sobre raíces enormes de la familia de la remolacha, y sobre ella se superponen capas de totora, una fibra que crece silvestre en el lago. La comunidad está compuesta de aproximadamente 50 islas, y no se sabe exactamente desde cuando esta gente vive aquí. Según ellos son los primeros pobladores de la tierra. Uros significa en quechua “el principio”. Los historiadores más serios piensan que fueron desplazados de tierra firme por ahí del siglo X. La vida en una isla de totora es sumamente dura. Las islas son pequeñas, las casas son hechas también de totora, por lo que los incendios son un peligro diario. Encender un fuego dentro de la casa para calentarse es un acto suicida. Cocinan su comida en fogones fuera de la casa, sobre piedras. Viven de la pesca, la caza de pequeñas aves marinas, y del turismo. Visten trajes de gran colorido sin bordados como los trajes tradicionales de los indígenas peruanos. Las faldas compuestas de múltiples capas los protegen del frío, usan blusa y chaleco, todo de colores diferentes y vivos. Llama la atención la alegría con que reciben a los turistas, lo cual es entendible ya es su principal medio de subsistencia, pero esto no es muy común entre otros grupos indígenas que son más bien reservados y distantes con los extranjeros, aunque les estén pagando. Con totora hacen también sus barquitos, parecidos a una canoa egipcia. Para pasear a los turistas han diseñado una especie superbarquito, una suburban de los uros, compuesta de dos barquitos con una plataforma en el centro que puede llevar unas 15 personas.

Otra isla que visitamos es la isla Tequile. Esta es una isla real y montañosa, a 36 Kms. de Puno. Como la mayoría de los grupos indígenas viven en comunidad. Todas las decisiones las toman en conjunto, las ganancias de la visitas turísticas se dividen entre todas las familias, su principal labor es la agricultura de subsistencia y la crianza de oveja para sus tejidos. Este es el único grupo indígena donde los hombres tejen, su técnica es compleja ya que lo hacen con cinco agujas. Las mujeres hilan con telares horizontales tradicionales incas, y luego aprendieron a usar el telar vertical europeo. Al llegar a la isla caminamos cuesta arriba por 45 minutos para llegar a la plaza del pueblo, a una altura de 4000 metros sobre el nivel del mar. De más está decir que el ascenso fue lento ya que el soroche puede a uno sorprenderlo en cualquier momento, pero el ejercicio fue estimulante y el sol a esa altura quema deliciosamente. Los Taquiles son tan organizados que los hombres casados llevan gorros rojos con diseños azules, los solteros llevan gorros rojos con blanco, las autoridades llevan sombrero negro, los niños tienen su forma de vestir según su edad, y la comunidad se encarga que no le falte nada a nadie y que todos trabajen. Un señor de sombrero negro decide en qué restaurante va a comer cada grupo, para que todos los restaurantes tengan sus clientes. El nuestro nos sirvió una trucha a la plancha deliciosa, con papas y arroz, y después de una cerveza cuzqueña, empezamos el descenso por el otro lado de la montaña bajando 503 escalones de piedra.

La vida alrededor del lago está dominada por las creencias religiosas y las fiesta folclóricas. Del lado Boliviano se venera a la virgen de Copacabana, del lado peruano a la virgen de la Candelaria. Durante el mes de febrero se celebra el Carnaval, y los pobladores de ambos lados compiten en organizar las mejores comparsas de músicos y bailarinas. Cada año los trajes son más hermosos, algunos siguiendo la tradición ancestral, otros modernizándose con las minifaldas cada vez más cortas, la coreografía más compleja, y los infaltable sombreros de hongo de las cholas adaptados para que luzcan con el traje seleccionado. En el carnaval de San Francisco, EEUU, que tuve la oportunidad de disfrutar el mes de mayo recién pasado, me llamó la atención que las mejores comparsas eran las bolivianas, ganándole por mucho a las escuelas de samba y los grupos de salsa y merengue. Esta es la misma tradición de la cuenca del lago Titicaca.

Puno, la ciudad más importante del lado peruano es considerada la capital del folclor nacional. Su gente es muy industriosa y hacen la mayoría de los trajes y las máscaras que se usan en las múltiples celebraciones y desfiles que se hacen en la zona. Hacen instrumentos de viento, tejidos de llama y alpaca, y se les conoce por los innumerables bailes folclóricos que han llegado a perfeccionar. La ciudad no tiene mucho que mostrar, una plaza de armas, y la calle Lima donde se encuentran los mejores restaurantes del pueblo. Por varias razones Puno me recuerda a Masaya, Nicaragua. Los dejo ahora y partimos hacia el valle sagrado de los Incas.

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