Tuesday, July 17, 2012

El valle sagrado

Saliendo de Puno enfilamos hacia el norte, con dirección a Cuzco, El valle sagrado, y Machu Picchu, el destino final de todo viajero de estas tierras míticas. A medida que uno se va acercando entiende por qué los incas escogieron ésta como capital del imperio del Tahuantinsuyo. Aquí la tierra es más fértil, el río Urubamba recoge el agua de los grandes glaciares y la canaliza suavemente por el lecho pedregoso del río, el clima es más benigno ya que la altura baja a 3200 metros sobre el nivel de mar, y las vías de comunicación con todas las secciones del imperio se hacen más fáciles por su posición estratégica y su centralidad.


Cusco era la capital del imperio, desde aquí el Inca manejaba los asuntos de estado, organizaba sus nuevas campañas, enviaba a sus chaskis con mensajes importantes hasta los puntos más remotos del imperio. Hoy es la capital turística del Perú, ya que es la ciudad más bonita y pintoresca del país y puerta de entrada para los que quieren visitar Machu Picchu, principal destino turístico del país. Aun así Cuzco todavía no tiene un aeropuerto internacional. El centralismo limeño no lo ha permitido y quieren que los visitantes pasen una noche en Lima a la entrada y una a la salida. ¡En todos lados se cuecen habas! En Cuzco no se necesita ser arqueólogo para ver las diferentes capas históricas en sus construcciones. Las bases están hechas de piedra cantera, algunas bellamente talladas, son los muros de los incas; otras más burdas y con bastante mortero son los muros de los incapaces, es decir, los españoles. De un metro para arriba las paredes están repelladas y pintadas de blanco. Esto es porque los españoles se robaron las piedras de los muros originales para construir sus propias casas, y luego hubo que reconstruir los muros con ladrillo cuarterón o con bloque de concreto. Los balcones de madera labrada es una de las bellezas de esta ciudad, especialmente en las casas alrededor de la Plaza de armas, pero en muchas casas del casco antiguo se pueden apreciar estos balcones tallados al estilo mozárabe. Los techos son de teja de barro colonial, como en el resto de América, y las ventanas varían según el tipo de construcción y su función. Las calles angostas y de piedra son de una belleza especial, ideales para caminar con su pareja suavemente abrazados por la cintura, disfrutando de la luna llena en una de las ciudades más antiguas del mundo, excepto que las aceras son tan estrechas que hay que ir en fila india y teniendo mucho cuidado que los microbuses que transportan a las hordas de turistas, no te vayan a partir la cabeza con los espejos, ahora convertidas en armas de ataque medieval.

Si al llegar a Cusco no estás aburrido de ver iglesias, aquí te puedes regodear con la Catedral renacentista y barroca, con la Iglesia de la Compañía (Jesuita por supuesto), la Iglesia de La Merced construida en 1535, el Convento de Santa Catalina, el Museo de Arte Religioso, y la iglesia de San Blas, y muchas más. Cada una es de una riqueza impresionante y requiere de varias horas para disfrutarlas como se debe. En la Catedral se le reza al Cristo de los Temblores, deidad muy importante en un país como Perú dado a los terremotos. Este es uno de los muchos Cristos negros que hay en el país. El cuadro de la última cena nos muestra a Cristo y los apóstoles cenando cuy (conejillo de indias) y bebiendo chicha, aunque sus facciones siguen siendo totalmente rafaelistas.

Como en La Paz, Río de Janeiro o Medellín, Cusco está rodeado de montañas donde se han extendido los barrios pobres de la ciudad, de forma que son los pobres lo que tienen la mejor vista. ¡Por lo menos algo que tengan los pobres! Pero esto también le da a la ciudad una vista preciosa desde el centro. Cuando uno camina por sus calles de noche, a cada esquina se encuentra con escenas preciosas de sus edificios coloniales, con el trasfondo de las montañas salpicadas de luces. El espectáculo es memorable y sumamente romántico. Quizás por eso hay tantos artistas enamorados en esta ciudad heterogénea. El barrio de San Blas, donde estamos parando, está lleno de pintores y artesanos, de poetas y escultores. Esto también atrae hordas de trotamundos jipiosos que se sientan en los parques y en las aceras a vender sus chucherías, fumar marihuana y pasar una botella de pisco.

Para ir a Machu Picchu hay que tomar el tren, única forma de llegar al sitio sagrado de los Incas. La distancia es de 92 Km y toma 3 horas y media, a la velocidad vertiginosa de 30 km por hora. Si lo que queremos es velocidad se le recomienda al viajero que vaya mejor a las autopistas alemanas. Aquí el tiempo transcurre con lentitud y lo importante es disfrutar el camino, observar como va cambiando la vegetación mientras se baja de los 3200 metros a los 2350 metros sobre el nivel del mar. La línea férrea corre paralela al río Urubamba, arteria central del valle sagrado, y poco a poco el clima se va volviendo subtropical, la vegetación más exuberante, las orquídeas empiezas a poblar las ramas de los arboles, las bromelias florecen ante los ojos del viajero, y los mosquitos hacen su aparición por primera vez en el viaje. Finalmente se llega al poblado de Aguas Calientes, al pie de las montañas sagradas.

En Aguas Calientes se toma un autobús que lo lleva a uno por un camino zigzagueante hasta la entrada a Machu Picchu. He aquí el sitio tanto tiempo esperado. La ciudad está dividida en dos partes: la ciudad de la élite intelectual y religiosa, y la ciudad de los agricultores que trabajaban para alimentar a todos los habitantes. También hay una pequeña sección dedicada para los visitantes que llegaban a la ciudad en misiones especiales. Dos cosas quedan claras en la visita al sitio: 1) que era un centro de estudio intelectual y espiritual. 2) que su construcción llevaba probablemente 100 años en curso y no había sido terminada cuando se tomó la decisión de abandonarla, probablemente para protegerla de las mesnadas españolas. Los habitantes distinguidos de Machu Picchu eran astrólogos que estudiaban el comportamiento de los astros, y dirigían la construcción del Intihuatana o calendario solar que marcaba exactamente el solsticio de verano y el solsticio de invierno. El sitio está rodeado de 4 montañas sagrados o Apos, Machu Picchu o montaña vieja es el principal, al sur, y Hiran Brigham, el descubridor científico del sitio lo tomó como nombre para el complejo urbano. No sabemos en realidad cómo le llamaban los incas de la época. Huayma Picchu o montaña joven, está al sur. El edificio más importante es el Templo del Sol, el único edificio circular en todo el complejo. El clima en estos riscos es muy cambiante. El día de nuestra visita tuvimos tres climas diferentes: sol resplandeciente al principio, frío ventoso por la tarde, y lluvia hacia la hora del crepúsculo. Fue interesante ver como cambian la perspectiva y las tonalidades de las piedras según el clima. No voy a fatigar a los lectores con detalles y que pueden leer en las múltiples páginas y libros que hay dedicadas a este tema. Basta decir que visitar Machu Picchu es una experiencia espiritual. La calma que se experimenta en este recóndito y secreto lugar es especial. Aun cuando se está rodeado de miles de turistas uno puede encontrar un espacio para sentarse y meditar.

El día de nuestra visita se celebraba la carrera de velocidad por el camino Inca. Alrededor de 45 competidores salieron del Km 82 a las 8 am y la meta era el km 111 o Machu Picchu. Esta carrera hace honor a los chaskis del imperio inca. El ganador que llegó a la ciudad sagrada a las 2 pm un fue un nueva zelandés. que cuando lo felicité por ser un chaski posmoderno me preguntó que qué cosa era un chaski. El hombre se habrá preparado muy bien físicamente pero se ve que no leyó ni un folleto de historia inca. Me decía mi guía que esta carrera era solo para extranjeros, ya que entre los nativos el record se mantiene a 3 horas y 45 minutos. Esa noche también había una fiesta en Aguas Calientes para celebrar el aniversario de cuando Machu Picchu fue declarada una de las siete maravillas del mundo moderno por la UNESCO.

El Valle Sagrado es el fértil valle del río Urubamba, desde Pisac hasta Cuzco. En ese espacio de 50 kms. se encuentran los poblados de Ollantaytambo, Chincheros, famoso por sus tejidos y sus arco iris, Salinas de Maras famosa por su sal, y muchos pueblitos más, cada uno con sus costumbres, su chicha, sus sombreros, sus trajes y sus bailes. En el camino también se encuentran muchas ruinas de interés arqueológico e histórico, pero para el viajero que ya está cansado de ver tanta piedra y tantas montañas, una buena cena en uno de los numerosos restaurantes que ofrece Cuzco, y un par de buenos piscos acholados te aseguran una noche feliz y reparadora. Ha llegado el momento de regresar a casa. Ha sido un viaje interesantísimo, en el que hemos aprendido mucho, hemos caminados al menos 75 millas, hemos recorrido 2911 millas en autobús, tren, barco y avión. Hemos probado decenas de platos típicos, y regresamos a Cincinnati enriquecidos y con mayor aprecio de esta cultura especial y valiosa. Hasta pronto y muchas gracias por acompañarnos en este viaje. Saludos a tod@s.

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